Cuerpas Reales, Hinchas Reales nació en 2020, en plena pandemia. En un mundo detenido, con estadios vacíos y tribunas en silencio, la distancia y el aislamiento nos obligaron a mirar de otro modo. Lo que no podíamos habitar con el cuerpo, lo sostuvimos con la imagen, con la palabra, con la necesidad urgente de crear comunidad en medio de la incertidumbre.
Mientras las fronteras se cerraban, algo se abría entre nosotras: la posibilidad de crear juntas, tejer memoria a distancia, construir un archivo que resistiera al silencio. La virtualidad fue territorio, puente y fogón encendido. Allí nos encontramos, para mirarnos, para nombrarnos, para no desaparecer en la quietud.
Nuestro nacimiento no fue accidental: surgimos en un contexto de ola feminista continental, de calles verdes que reclamaban derechos y futuro. En Argentina, hacia 2020, se vivía un momento clave: tras una década de movilizaciones -de Ni Una Menos, de encuentros nacionales de mujeres, de debates sobre derechos reproductivos y justicia de género- finalmente se logró la sanción de la legalización del aborto, en una victoria significativa para la lucha feminista.
Al mismo tiempo, en el mundo del deporte, el fútbol femenino empezaba a consolidarse: la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) había profesionalizado la primera división femenina en 2019, lo que permitió —por primera vez en mucho tiempo- que jugadoras accedieran a contratos. Se abría paso una nueva lógica: clubes que históricamente habían ignorado a las mujeres comenzaban a integrar jugadoras, a formalizar ligas, a profesionalizar sus equipos. Además, muchas instituciones fundaban sus primeras áreas de género: ya sea como subsecretarías, secretarías de la mujer o comisiones internas dedicadas al género.
Ese contexto era más que simbólico: representaba un cambio real en la estructura social, deportiva e institucional. Fue en ese momento concreto que decidimos nacer, con esa fuerza colectiva, con esa convicción: nuestro proyecto no surge de la nada, sino como parte de un impulso histórico que abre caminos —para las mujeres, las disidencias, las futbolistas, las hinchas— en espacios donde antes no éramos visibles.
Hoy somos 86 fotógrafas activas y 10 en formación, distribuidas en 11 países, trabajando de manera autogestiva y colaborativa. Registramos el fútbol desde adentro, desde donde late: canchas de barrio, torneos populares, finales sin prensa, derrotas que enseñan, victorias que curan. Nuestro archivo ya recorrió Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay, Brasil, México, Nueva York y Liverpool, entre otros territorios, llevando imágenes como se llevan banderas: con orgullo y con fuego.
Al mismo tiempo, en el mundo del deporte, el fútbol femenino empezaba a consolidarse: la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) había profesionalizado la primera división femenina en 2019, lo que permitió —por primera vez en mucho tiempo- que jugadoras accedieran a contratos. Se abría paso una nueva lógica: clubes que históricamente habían ignorado a las mujeres comenzaban a integrar jugadoras, a formalizar ligas, a profesionalizar sus equipos. Además, muchas instituciones fundaban sus primeras áreas de género: ya sea como subsecretarías, secretarías de la mujer o comisiones internas dedicadas al género.
Ese contexto era más que simbólico: representaba un cambio real en la estructura social, deportiva e institucional. Fue en ese momento concreto que decidimos nacer, con esa fuerza colectiva, con esa convicción: nuestro proyecto no surge de la nada, sino como parte de un impulso histórico que abre caminos —para las mujeres, las disidencias, las futbolistas, las hinchas— en espacios donde antes no éramos visibles.
Hoy somos 86 fotógrafas activas y 10 en formación, distribuidas en 11 países, trabajando de manera autogestiva y colaborativa. Registramos el fútbol desde adentro, desde donde late: canchas de barrio, torneos populares, finales sin prensa, derrotas que enseñan, victorias que curan. Nuestro archivo ya recorrió Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay, Brasil, México, Nueva York y Liverpool, entre otros territorios, llevando imágenes como se llevan banderas: con orgullo y con fuego.
Nuestra mirada construye archivo, representación y memoria futbolera desde una ética feminista, localizada y colectiva. Cada foto es un gol contra el olvido. Un acto de memoria. Un canto en tribuna. Un abrazo en pandemia que todavía sigue creciendo.
Somos lo que resistió aislado pero se volvió colectivo.
Somos la hinchada que se encontró para no apagarse.
Somos archivo vivo y feminista del fútbol en Latinoamérica y el mundo.
Somos la hinchada que se encontró para no apagarse.
Somos archivo vivo y feminista del fútbol en Latinoamérica y el mundo.